El Álbum de literatura isleña es la primera antología poética canaria de carácter regional. La componen diecisiete poemas inéditos de catorce creadores diferentes, y fue apareciendo a partir de octubre de 1857 en folletines semanales del periódico grancanario La Reforma, cuyo imprevisto cierre acabó con el proyecto a finales de abril de 1858. Un texto inicial dirigido “A los lectores” explica que, más allá de recopilar poemas, el Álbum se propone tres objetivos principales: ejemplificar y emular a la sociedad rescatando del posible olvido textos idiosincrásicos de las islas, ofrecer a los poetas un medio más imperecedero que el periódico (los folletines acabarían publicándose en libro), y reunir y difundir textos propios.
El Álbum de literatura isleña puede ser considerado como el primer aldabonazo público de la poesía canaria del Romanticismo.
Coincidió el desarrollo de la estética romántica en las Islas con el más que interesante despertar de la prensa periódica, en cuyas páginas la literatura cumplió un importante papel. Podríamos anotar diversas cabeceras de la época, atractivas e interesantes: recordemos ahora la más característica, La Aurora que se editó en Santa Cruz de Tenerife entre septiembre de 1847 y de octubre de 1848, con el expresivo subtítulo de «Semanario de la Literatura y de las Artes». Pero en la generalidad de los periódicos y revistas se anunciaban las novedades literarias, se registraban los comentarios ensayísticos sobre cuestiones de pensamiento o filosofía, se publicaban los ´remitidos´ de publicaciones nacionales sobre actualidad literaria o estética, se publicaban aforismos y pensamientos… Sobre todo fueron las páginas de la prensa canal idóneo para los escritores noveles (poetas principalmente) que la sociedad celebraba como propios; eran, en efecto, portavoces de sus inquietudes y cultivadores privilegiados de los motivos cercanos que esa sociedad entendía y demandaba.
En ese contexto surge el Álbum de literatura isleña. Nació con el fin de cubrir la parcela literaria del periódico de tono político La Reforma, tras la absorción en sus páginas de la Revista semanal, de claro contenido cultural y literario. Así, a partir del 2 de octubre de 1857, una serie de textos poéticos inéditos fueron apareciendo en La Reforma con el cierto protagonismo que le aportaba la modalidad de folletín, es decir, su aparición en entregas fijas al margen de las cuatro páginas del periódico, conformando, semana tras semana, la providencial antología que ahora nos ocupa. El imprevisto cierre del periódico a finales de abril de 1858, acabó con el proyecto; que no quedó sin embargo, perdido en las páginas caducas de la prensa porque la imprenta La Verdad lo editó en 1857.
Fueron sin duda los preparadores del texto los redactores del periódico, con el literato Carlos de Grandy a la cabeza. Y es Grandy quien firma el texto inicial del libro («A los lectores»). En él, en elaborada retórica de eco dieciochesco, justifica la oportunidad y las razones de la antología con motivos sociales que van más allá del mero recopilar de poemas:
ejemplificar y emular a la sociedad, rescatando del posible olvido textos idiosincrásicos [para] no formar un libro de mero pasatiempo [sino] (…) consagrar un recuerdo a los hombres que han merecido bien de nuestra patria, estimulando así el civismo de los demás; consignar, para que no queden perdidas, las producciones de nuestros literatos; (…) dar una idea de nuestras costumbres; bosquejar algunos cuadros del variado panorama que ofrecen nuestros pintorescos campos; delinear los hábitos, los usos las tendencias de nuestros ascendientes, por medio de rasgos históricos ó curiosas anécdotas (…); ofrecer a las publicaciones un medio más imperecedero que el periódico; y reunir y difundir textos propios de las islas «(…) será un álbum canario y nada más que canario; la espresión [sic] de nuestra civilización pasada y nuestra civilización presente.
Esta afirmación final de canariedad es interesante por dos razones: para comprobar cómo, con la dirección romántica, el sentimiento indigenista canario se aviva; y porque de ella puede colegirse que el tema ´Cuba´ se considera como canario, ya que dos de las composiciones de la antología tienen a la isla caribeña como centro de referencia.
Inicia el Álbum… una homenaje en prosa del compilador Grandy dirigida a un patricio canario recientemente fallecido, que fue destacado militar y entusiasta defensor de lo que De Grandy llama ´el bien de su país´: «Recuerdos de D. Francisco María de León y Falcón», se titula. La presencia del cuidado retrato de De León al frente del álbum no es ociosa: su personalidad y su biografía, que preside la publicación a modo de lema, añade a los poéticos un ejemplo humano, vivo y real, puesto que personifica los ideales de fondo ilustrado que persigue la colección. Para completar tal homenaje, a León y Falcón se consagra la primera composición de la antología.
El Álbum… como antología unitaria lleva fecha de 1857. El título alude a la realidad de la compilación de composiciones poéticas que significa representa y, sin duda, está inspirada en la extendida moda del álbum romántico, aunque se aleje del tono íntimo más generalizado de estas colecciones. Se compone de una gavilla de 17 composiciones de 14 autores diferentes (todos isleños y actuales) que reflejan muy variados temas, tonos y registros, y que contienen muy desigual interés y significación. Estos autores son, por el orden de la publicación: Rafael Bento y Travieso, Mariano Romero, Amaranto Martínez de Escobar, José Plácido Sansón, José Manuel Marrero y Quevedo, Claudio F. Sarmiento, Ventura Aguilar, Alonso de Lara, Fernando Cubas, Juan de Melo, Ricardo Murphy y Meade, Fernanda Siliuto, José Benito Lentini y Rafael Martín Neda. Remata la antología un soneto inacabado A Emilia, de Manuel Marrero Torres. Algunos de estos autores son hoy bastante poco conocidos porque sólo dejaron obra poética en prensa, y ésta escasa (Alonso de Lara, José Manuel Marrero y Quevedo, Fernando Cubas, Juan de Melo, Claudio F. Sarmiento); otros, aunque no llegaran a editar obra completa, mantienen una presencia más amplia en la prensa de la época, y hasta se conserva de algunos de ellos obra manuscrita en centros de documentación (Rafael Bento, Mariano Romero, Amaranto Martínez de Escobar); algunos de ellos han dejado obra publicada o han sido editados después, lo que permite un conocimiento más cabal de su relevancia como poetas: Ventura Aguilar, Ricardo Murphy, J. B. Lentini, R. Martín Neda, J. Manuel Marrero Torres y José Plácido Sansón y Fernanda Siliuto.
No ha sido nuestro ánimo el dar a la luz un álbum, formar un libro de mero pasatiempo; una idea más patriótica, más fecunda en útiles resultados, a ello nos ha decidido.
Consagrar un recuerdo a los hombres que han merecido bien de nuestra patria, estimulando así el civismo de los demás; consignar, para que no queden perdidas, las producciones de nuestro literatos, reseñar los meritorios trabajos de nuestros artistas; dar una idea de nuestras costumbres; bosquejar algunos cuadros del variado panorama que ofrecen nuestros pintorescos campos; delinear los hábitos, los usos, las tendencias de nuestros ascendientes, por medio de rasgos históricos o curiosas anécdotas, es el objeto de este libro: será un álbum canario y nada más que canario; la expresión de nuestra civilización pasada y de nuestra civilización presente.
La índole de un periódico no se prestaba al designio que nos habíamos propuesto; producción de actualidad se olvida al día siguiente de haberse leído, y por medio de él jamás se tiene a la vista lo que ha sido y lo que es, no se compara sino entre hechos coetáneos. El viajero para cerciorarse de lo que ha adelantado en su camino vuelve atrás la vista y divisa a lo lejos las montañas que atravesó, o los campanarios de las aldeas por donde ha transitado, y que ya confusamente se divisan sobre el azul del firmamento; también la humanidad en su marcha, en su material y moral progreso, tiene sus puntos de partida, sus piedras miliarias y le conviene de vez en cuando, para tomar respiro, hacer un pequeño alto y dirigir hacia ella los ojos; y, en tanto recobra nuevas fuerzas, meditar sobre los medios de evitar después los estorbos que antes retardaron sus pasos: más no es esta la misión del periódico, es la del libro.
En vano, sin embargo, nos esforzaremos si los hombres de saber de nuestra patria no acogen y secundan una idea en obsequio de la misma, y nos abandonan a nuestras solas fuerzas, son débiles nuestros hombre para alzar sobre ellos un digno monumento a la gloria y civilización canaria.
Carlos de Grandy