La introspección es el primer paso hacia la transformación, y yo entiendo que,
tras conocerse a sí mismo, nadie puede seguir siendo el mismo.
Thomas Mann
El Teatro constituye un camino de consciencia y, por tanto, un área de crecimiento. Estados de ánimo, emociones, sentimientos y pensamientos fluyen en la actuación escénica, y nos permite darnos cuenta de que somos seres llenos de posibilidades y capaces de traspasar nuestras propias fronteras para buscar nuevos horizontes que enriquezcan nuestra realidad interna y externa. El valor simbólico que ofrece el Teatro para transformar y modificar ideas, acciones y emociones cristalizadas relacionadas con la personalidad de un individuo es patente gracias a lo lúdico, lo creativo y lo psicológico.
De esta manera, a través de las prácticas, estilos, métodos y escenificación de piezas teatrales en las materias de Literatura Canaria y Literatura Universal mejoramos la comunicación y la expresión de los estudiantes, les ayudan a superar inhibiciones y angustias, y a desarrollar la creatividad que más se adapta a su perfil y ritmo de aprendizaje. Asimismo, es posible ir descubriendo e incrementando la capacidad de percepción, de (auto)observación, análisis, memorización, concentración, imitación, simpatía, identificación y empatía.
Podemos afirmar, entonces, que el Teatro estimula la imaginación y la creatividad en el alumnado y el profesorado, y que el fin no es ser actor o actriz, sino ser más espontáneos, flexibles, originales y sensibles, y ser capaces de conseguir la autosatisfacción gracias a la motivación, el esfuerzo voluntario, la atención, la conciencia y la superación de dificultades.
Por lo tanto, el Teatro da la oportunidad de desenmascararnos y quitarnos corazas, autojustificaciones, mecanismos de defensas y bloqueos corporales, intelectuales y emocionales, que gestamos para (sobre)vivir en un contexto y en un tiempo determinados. Por eso, se vuelve necesario indagar en lo más hondo de cada uno de nosotros a fin de descubrir aquello que nos impide actuar sobre un escenario u otros espacios escénicos, a no esconder lo que somos en realidad y a correr riesgos, pues para crear es necesario correr en cada ocasión el riesgo del fracaso.
El Teatro en el aula ofrece, pues, una inmediatez y una viveza que lo hace especialmente apropiado para la comunicación directa entre las personas, la interacción y la participación, ayuda a clarificar creencias o valores, encauza sentimientos, desarrolla la sensibilidad estética y el pensamiento divergente, enriquece la conciencia critica y aumenta la capacidad creadora.