Mestizada es la palabra clave con que Maribel Lacave ha nombrado este libro de poesía que acompaño a su presentación. Si bien no es un neologismo debemos reconocer que en estos territorios semánticos es una palabra poco usada, poco conocida, porque aquí, quienes nos atrevemos a reconocerlo decimos: somos mestizos; en cambio, “mestizada” por su doble condición de verbo y adjetivo (propiedades del verbo en participio), nos convoca tanto a la acción pretérita y a la cualidad que permanece en el objeto, por tanto, también es huella en el presente.
Me encontraba en esta reflexión formal-textual de este libro, cuando aparentemente con ninguna relación con el texto de Maribel, el poeta de las Islas Canarias, Antonio Arroyo (canario, al igual que esta chilota Maribel), me sorprendía con la palabra “Ignorantación”, me explica: “Con ignorantación se refiere Víctor Ramírez a ese implante que hace olvidar a los canarios de África”.
Maribel, con Mestizada, Antonio, con “Ignorantación” me han dejado dos palabras encima de la mesa. Pienso, veo estas palabras, las imagino: “calzan” me digo, se enfundan y explican mutuamente, ya que en estos susurros para Paula, en su despliegue de poema que une, nos impulsan a rehacer el ejercicio contrario al proceso de ignorantación identificado por Ramírez, porque el libro de Maribel conduce a la re-memorización, se enfrenta a ella develando la historia oculta del pueblo originario de las Islas Canarias, la de los vencidos que no transita en los programas de enseñanza, sino que por los laberintos genealógicos de la memoria viva, algo similar ocurre en el Sur de Chile, cuya existencia se atribuye a los alemanes, a los españoles, yugoslavos, pero los pueblos originarios no figuran ni como la mano constructora de sendas, caminos, puentes, embarcaciones, sin ellos, los vencedores no habrían tenido qué comer, aunque a la vista tuvieran la comida (recuérdese Puerto de Hambre).
Una de las consecuencias poéticamente lógica del libro de Maribel es la autorreferencia a la que obliga al lector, porque si bien es una apelación o confesión para su nieta Paula, funciona como dispositivo poético que nos conduce a la infancia, enfatizando en los ámbitos de construcción de nuestros significados, en los intersticios en que memoria e historia se miran de frente, advierte Maribel, la historia la escriben los vencedores.
Como lector-escritor ubicado en esta orilla del mundo, estos susurros de Maribel me desplazan a Chaitén, a esos primeros momentos de ingenuidad y sorpresa, cuando aprendí a escribir, fascinado por ese poder de las palabras recién descubiertas, palabras que invento, que escribo usando carbón en las tejuelas de alerce, canelo o avellano, de esta forma las palabras adquieren materialidad, peso, rugosidades y colores distintos, la realidad cambia con las posibilidades de combinación de las tejuelas-palabras, sospecho que construyen el ojo y el corazón, pueden ser prisión o abrigo, beso o mordida, aliento que existe bajo el peso de otras memorias, canción o grito, al margen o al centro de una página, que pueden sobrevivir como canciones al oído, como susurro, como estos poemas para Paula.
Considerar que estos espacios de significación afectiva y personal como acción y efecto del susurro poético de Maribel, implican una valoración poética de su libro, puesto que se encuentran en la base constructiva del texto como comunicación lírica e íntima, al oído, un decir suave, amoroso, sin estridencias, un decir del corazón de la abuela a la nieta, fragmentos de la memoria íntima transmitido como recados confidenciales que se expanden a los lectores como testigos solidarios, a la vez que despiertan los nuestros y también nos provocan a colocarlos a contraluz con los significados de la historia oficial e institucionalizada que ha fabricado nuestra memoria personal y colectiva en un relato del ser, y como ser, un proceso que aquí, en Chiloé o Canarias, también conlleva ese proceso de ignorantación del que habla Ramírez.
Mestizada de Maribel dialoga y se relaciona en la intención poética que contraviene la univocidad de la historia oficial con otras obras de este sur del mundo, se me ocurre, “De Indias”, “Noche de Agua”, “Los Palafitos…Del Paisaje”, “Treca Treca Peñi”, “La heredad del pasto y el Agua”, “Cantos de los Altos de Huenao”, “Guaitecas”, “Cacería”, y otros que también visibilizan significados, espacios humanos, denuncian y aprojiman la memoria de los vencidos ocultos bajo el discurso de la historia.
A modo de conclusión, podemos señalar que a veces, como poetas, podemos creer que nuestras palabras pueden ser o estar en Alerce, Avellano o Canelo. Aspiramos a que sean de Alerce, nos atrae su resistencia al tiempo y a los climas, nos fascina su memoria milenaria, creemos que la nuestra también está formada de anillos de memoria y que gracias a ello el mundo se llena de significado y sentido para nosotros. Mestizada de Maribel Lacave, nos conduce a repensar en estas casas de tejuelas que habitamos, casas construidas por la fuerza de la historia, llenas de susurros que, a través del piso, techo, o paredes, nos vienen a revelar las tejuelas de las que estamos hechos.
En Castro, Rauco, octubre de 2014
*Poeta, Escritor, Profesor de Estado en Castellano y Filosofía
[Maribel Lacave: Mestizada, susurros para Paula, Ed. Centro de Cultura Popular Canaria, 2012]